Monday, April 21, 2025

Yo estaré acá - Paula

 Nueve de la noche de viernes en Frankfurt am Main, como todos los días de semana, Paula llegaba a las oficinas del Deutsche Bank, en las torres gemelas ubicadas en Taunusanlage. Mientras tanto, en las residencias estudiantiles, sus compañeros de estudio se alistaban para salir de fiesta hasta el amanecer. Recien entraba la primavera, y Paula, quien había llegado en Octubre a comenzar sus estudios en el semestre de invierno, apenas se daba cuenta de que en esta época del año, los días eran más largos que antes y que el frío que meses atrás le congelaba hasta los huesos, había disminuido.

Paula siempre se había destacado académicamente en su país, debido a eso recibió la beca para estudiar finanzas en la Universidad Goethe de Frankfurt. Sin embargo, necesitaba un dinero extra y su afán la llevó a encontrar un trabajo limpiando las oficinas del banco después de las horas laborales. El trabajo no era tan pesado como otros que le habían ofrecido, pero tampoco la llenaba. En el momento simplemente lo hacía para ganar unos euros con los cuales comprar lo que quisiera. Para Paula el simple hecho de estar en las oficinas de uno de los bancos más importantes del mundo era un logro. Algún día estará acá en la mañana, en frente de un computador, en llamadas importantes como lo hacen los hombres blancos que llenan estas oficinas durante el día.

Salió del ascensor en el piso 15, después de pasar su tarjeta de acceso por el lector. La oficina del fondo, estaba todavía encendida. Paula ya sabia esto, pues había visto la luz desde la calle. La oficina del fondo seguía siendo un misterio para Paula, casi siempre estaba cerrada y solo se veía un letrero que decía Schmidt. Alguna vez desde la puerta de vidrio alcanzó a ver una planta de sabila, al lado de un porta retrato cuya fotografía no podía identificar, todo sobre un escritorio amplio con vista al río.

Pero esta vez todo fue diferente, adentro había una persona, una mujer, todavía en una de esas llamadas con gente importante, tratando temas que no se pueden dejar para el lunes siguiente. La mujer, sentada de espaldas a la puerta, observando su computador y posiblemente el río a través de la gran ventana, hablaba en alemán principalmente, pero a veces también en inglés. Hablaba sin un acento reconocible. Efectivamente era la señora Schmidt, o Frau Schmidt como se referían a ella sus colegas. 

Al terminar su llamada, Frau Schmidt se levantó de su silla, se volteó, caminó hacia la puerta y la abrió, vio a Paula, la saludó: "Buenas noches, mi nombre es Paula Schmidt"




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